La Naturaleza es un templo
donde vivos pilares
dejan a veces salir palabras confusas;
el hombre por él pasa a través de los bosques de símbolos
que le observan, con miradas familiares.
Como largos ecos que de lejos se confunden
en una tenebrosa y profunda unidad,
vasta como la noche y como la claridad,
los perfumes, los colores y los sonidos se responden.
Hay perfumes frescos como carnes de niños,
dulces como los oboes, verdes como las praderas,
— y otros, corrompidos, ricos y triunfantes,
con la expansión de las cosas infinitas,
dejan a veces salir palabras confusas;
el hombre por él pasa a través de los bosques de símbolos
que le observan, con miradas familiares.
Como largos ecos que de lejos se confunden
en una tenebrosa y profunda unidad,
vasta como la noche y como la claridad,
los perfumes, los colores y los sonidos se responden.
Hay perfumes frescos como carnes de niños,
dulces como los oboes, verdes como las praderas,
— y otros, corrompidos, ricos y triunfantes,
con la expansión de las cosas infinitas,
como el ámbar, el almizcle, el
benjuí y el incienso,
que cantan los transportes del espíritu y los sentidos.
que cantan los transportes del espíritu y los sentidos.
RIQUER, M. y
VALVERDE, J.M. (2010): Historia de la
literatura universal, II. Madrid, Gredos.
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