jueves, 9 de agosto de 2012

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                  Correspondencias

La Creación es un templo de pilares vivientes
que a veces salir dejan sus palabras confusas;
el hombre la atraviesa entre bosques de símbolos
que le contemplan con miradas familiares.

Como los largos ecos que de lejos se mezclan
en una tenebrosa y profunda unidad,
vasta como la luz, como la noche vasta,
se responden sonidos, colores y perfumes.

Hay perfumes tan frescos como carnes de niños,
dulces tal los oboes, verdes tal las praderas
- y hay otros corrompidos, ricos y triunfantes,

que tienen la expansión de cosas infinitas,
como el almizcle, el ámbar, el benjuí y el incienso
que cantan los transportes de sentidos y espíritu.

                                   Traducción de Luis Martínez de Merlo

Las flores del mal, Cátedra, Letras Universales (2007: 95-97; 1991)

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