martes, 10 de noviembre de 2020

Un año ya de 'Paisaje de troncos segados'. (A modo, tal vez, de esbozo de una cierta poética)

 

Nadie nos advirtió de que este 2020 sería tan cruel. Acabamos el 2019 con la alegría de un sábado del leve otoño, el día nueve en particular. La alegría y la emoción de un numeroso grupo de gente amiga de muy diversos ámbitos que se reunió con Almudena Amador, Paco Benedito, Dominick Tsotras, Rafa Camarasa, Fernando Delgado, mi familia y yo mismo en la 'Llibreria Ramon Llull', en la calle Corona, en Valencia.

Presentábamos el número 10 de la Colección Marte de poesía, de Ediciones Contrabando.

'Paisaje de troncos segados', lleva por título. Me consta que ha gustado. Nos costó dar con él, a Paco Benedito (director de la colección) y a mí. Nos costó encontrar uno. Nos costó encontrarlo, pero en un determinado momento, como por decantación, se nos acabó imponiendo, como solo lo hacen las cosas necesarias. Un buen título es imprescindible para cualquier obra de arte, mucho más si se trata de un conjunto de poemas.

Mi buena y entrañable amiga, Clara Beltrán, presencia mágica desde mi primera juventud y mis primeros viajes a Valencia, antes de que yo siquiera soñara con vivir en esta hermosa ciudad, se pregunta y me pregunta por el sentido del título. Tal vez por su origen, su significado, su motivo, al menos implícitamente. Cito textualmente su reciente comentario en facebook: "Precioso, Paco. Precioso poemario y preciosa tarde aquella. Pendiente queda que me expliques, como jardinera que soy, eso de segar troncos..."

Aquí va la explicación, merecida y conveniente. 'Paisaje de troncos segados' es el título de uno de los poemas incluidos en el libro. Se trata de un poema reciente, de los últimos incorporados al conjunto. Ese conjunto, que en palabras de mi gran amigo Uberto Stabile, en el prólogo, "sin llegar a ser un libro de unidad, mantiene una constante dialéctica entre la identidad y el olvido". 

Conjunto heterogéneo, producto del tiempo; y en el que se mezclan "largos y cortos poemas" como bien dice en la contraportada ese inabarcable renacentista que es Fernando Delgado, en el cual, siempre según él, "el poema breve y leve, sencillo, se muestra más reflexivo y hondo (...) [mientras que] el más extenso ofrece relato y meditación (...) [y en donde] el ritmo de la emoción brinda el misterio en la síntesis".

Este paisaje imaginario existe también en la realidad o, al menos hasta este pasado verano, existía. Son o eran, los restos, el paisaje después de la batalla, de lo que fue un florido vergel construido en el Valle del Alberche, muy cerca de la Sierra de Gredos, por el esfuerzo y la obstinación de nuestros padres.

Marce y Aure salieron en mitad de los años cincuenta del pasado siglo, según sus propias palabras, con una mano delante y otra detrás, tan solo revestidos con su insultante juventud de posguerra, de su humilde pueblo de la provincia de Ávila, Navalmoral de la Sierra.

A la vuelta de los años, construyeron una casa y un huerto y un jardín que miraban y siguen mirando a las montañas de día y de noche, y a las estrellas y constelaciones, en su pueblo y el mío, aunque a mí y a mi hermana Carmen nos nacieran en la gran ciudad más cercana.

De esa ciudad, Madrid, salí yo años más tarde y como el caminante de otro de los poemas del libro, me desvié durante un tiempo por algunos parajes de Europa, en la segunda mitad de los ochenta, hasta perderme y encontrarme en los ojos de mi mujer, Victoria.

En el huerto o jardín, enorme y alargado, convivieron las verduras y hortalizas con los árboles frutales, alguno de los cuales producía esos incomparables duraznos de secano.

Ese vergel empezó a decaer con la temprana muerte de la madre, en 2004. El progresivo alzhéimer del padre acabó definitivamente con él no mucho más tarde de 2010. Ocho años después, en 2018, con motivo del fallecimiento del abuelo largo tiempo perdido en su laberinto, descubrimos que en un momento indeterminado quien taló los árboles frutales había dejado dos cadáveres mutilados a modo de mudos testigos desolados de lo que aquel maravilloso terreno había sido en un tiempo.

Me costó al menos otro año poder escribir sobre aquello mientras nos enfrentábamos a las zarzas y al rastrojo que se habían apoderado del terreno. Como bien han dicho diversos autores, entre otros mi admirado Luis Rosales, se escribe con palabras, no con sentimientos. O dicho de otro modo, se describen con palabras los diversos estados de ánimo, sin que estos se impongan y conviertan lo escrito en algo antiliterario.

Quiero pensar que, por encima de escuelas, tendencias, cenáculos, camarillas, etc., la misión del poeta es extraer el máximo poder expresivo de las palabras y las asociaciones entre las mismas. Esto se ha conseguido, a lo largo de los siglos, de muy diversas maneras. 

He comentado siempre que he tenido ocasión cómo el hernandiano  '(...) se me ha muerto como del rayo, Ramón Sijé con quien tanto quería' potencia tanto la capacidad expresiva, con un simple cambio de preposición (¡tanto a cambio de tan poco!); o por qué el 'heme aquí ya profesor en un pueblo entre andaluz y manchego' machadiano es tanto más poético que su equivalente prosaico 'me han nombrado profesor en un pueblo fronterizo entre Andalucía y La Mancha'.

En mi caso particular, siento especial predilección por las imágenes más o menos irracionales, llamadlo surrealismo o como os plazca. A este respecto, tengo al gran Carlos Bousoño en un altar, gracias a sus obras de carácter crítico, 'El irracionalismo poético' (1977) y 'Superrealismo poético y simbolización' (1978), en las que explica maravillosamente algunas de estas cuestiones.

Obviamente, los árboles, sus troncos, se cortan, se talan. Parece lógico pensar que la iconografía asociada a la siega (la hoz, la guadaña...) potencia el dramatismo y la intensidad de la pérdida. La pérdida, en este caso, no solo de un paraíso natural sino, a la vez y como causa de aquella, la de las personas que lo habían hecho posible y lo sustentaban.

Los dos muñones, inermes en medio de una nada avarienta, han sido finalmente arrancados como si de una muela infectada se trataran. Habían cumplido su misión, recuerdo de la pérdida, de la desolación, y se habían convertido sin saberlo en el impulso, el motivo necesario para la creación poética. Han dejado el recuerdo y harto consuelo su memoria.

Reproduzco a continuación una versión revisada y ampliada de dicho poema, como expresión de aquello que se ha llamado, entre otras formas, la obra en marcha.


PAISAJE DE TRONCOS SEGADOS

 

Para Aure, mi padre

  Troncos segados

cadáveres de un huerto

que fue.

 

Las zarzas reclaman

sus dominios,

se apoderan de todos

los rincones.

 

Los troncos desgarrados

aseveran  que el pasado

no volverá.

 

Las zarzas ocupan

los espacios,

extienden

sus zarpas trepadoras.

 

Los troncos desgarrados,

desnudos,

en medio de una nada

envuelta,

rodeada de cañas secas.


Una nada avarienta

sobre la que los caballos

mastican el rastrojo.

 







sábado, 18 de abril de 2020

ahora silenciosamente los árboles a los árboles



Durante este mes largo de encierro, se han ido sucediendo iniciativas poéticas de todo tipo para paliar, en la medida de lo posible, la soledad y la incomunicación. Ayer, viernes 17 de este abril tan cruel, nuestra querida amiga y poeta Carmen Crespo nos obsequió con un bellísimo poema que reproduzco a continuación, con su permiso. Iba acompañado de una hermosa foto del fotógrafo finlandés Pentti Sammallahti, que también incluyo en esta entrada.



             
                       ahora
                       silenciosamente los
                       árboles a los árboles | su consumación
                     
                       no
                       no es el pensamiento ni
                       la duda que adviene

                       qué entonces esta melancolía
                       este recodo | qué

                       extraña sangre
                       en la brecha soltándose de sí


                       abril/20



                                                       

miércoles, 8 de abril de 2020

POESÍA EN TIEMPOS DE ZOZOBRA



En tiempos de zozobra, por no hacer mudanza en nuestra costumbre, los poetas alzamos una voz susurrante por recónditos senderos... En los últimos días, me he sentido muy honrado y orgulloso de haber sido invitado a participar en dos iniciativas brillantes y oportunas.

La primera de ellas, por orden cronológico, es la impulsada por Pablo Blanco. La maquetación corre a cargo de Alba Izquierdo, las ilustraciones de Mai Hidalgo. Consiste en una recopilación en pdf de una cuarentena de autores (no es broma) titulada 'Versos Versus Virus'.




La segunda, capitaneada por Jesús del Real, es una suma de vídeos en los que mujeres y hombres poetas intentan aportar visión, tal vez consuelo, ante este estado de cosas. El conjunto lleva por título INTRAVERSOS. Dejo a continuación enlace a la tercera entrega, en la que participo; así como los correspondientes a las dos primeras.




lunes, 2 de marzo de 2020

Lunes



Pero después de todo, no sabemos
si las cosas no son mejor así,
escasas a propósito... Quizá,
quizá tienen razón los días laborables.

Tú y yo en este lugar, en esta zona
de luz apenas, entre la oficina
y la noche que viene, no sabemos.
O quizá, simplemente, estamos fatigados.


                            Jaime Gil de Biedma
           (Las personas del verbo, Por vivir aquí, 1975)

domingo, 1 de marzo de 2020

Domingo



No más que este pequeño esfuerzo por vivir,
por respirar igual como respiran
esas otras parejas más allá, dejadas
bajo los suaves pinos en pendiente,

y que parecen empañar el aire
tan quietas como el humo de la ciudad, al fondo,
entre tanto que pasan exhalándose
carretera hacia abajo los raudos autobuses.

                               Jaime Gil de Biedma
                           (Las personas del verbo, Por vivir aquí, 1975)

sábado, 29 de febrero de 2020

Sábado


El cielo que hace hoy, hermoso como el río
y rumoroso como él, despacio va
sobre las aguas que ennoblece el tiempo
y lentas como el cielo que reflejan.

Es ésta la ciudad. Somos tú y yo.
Calle por calle vamos hasta el cielo.
Toca -para creer- la piedra
mansa, la paciencia del pretil.

                               Jaime Gil de Biedma
                           (Las personas del verbo, Por vivir aquí, 1975)

sábado, 30 de noviembre de 2019

POESÍA EN PRIMADO

Viernes 29 a las 7:30, en la librería Primado. Dos grandes poetas, Carmen Crespo y Pilar Martín Gila (en estricto orden alfabético), presentadas por Víktor Gómez Ferrer.